• Dificultad alta.
  • Trayecto circular.
  • Distancia 4 km.
  • En el comienzo hay fuente.
  • En el camino no hay fuentes llevar agua.
  • Buena sombra.

RECOMENDACIONES ESPECIALES

Botas de montaña.
Pantalón largo.
Manga larga.
Si se realiza tras una tormenta llevar chubasquero.
Gorra de ancha visera con protección lateral o en su efecto un casco.
Proteger cara con gafas anchas o bien con antifaz.
Imprescindible bastón de apoyo.

En esta ocasión, el reto ciego aventurero, marcaría un antes y un después a causa de sus especiales condiciones.
En tan corto periodo de tiempo, apenas un par de horas, las vivencias son tan dispares e inconcretas, que dependiendo del estado del tiempo nos ofrece un amplio marco de opiniones como de resultados.
La atención sobre la seguridad física tanto nuestra como del perro guía, determinará posiblemente la relantización del paso; la vereda es tremendamente estrecha, con perfiles de caída libre muy importantes, son varias decenas de metros de peligrosa inclinación hacia el vacío.
Entre ruta y carretera discurre el río Guadiela que cruzaremos por un pequeño pero ancho puente (admite paso de coches). Es preferible comenzar desde aquí el circuito ya que, el lugar es apropiado para el ocio previo como baño, merienda,… Por otro lado, en función de la dirección nos vendrá bien dado que, tendremos pared a la derecha en todo momento, mientras que el guía nos dará protección por la izquierda.
El puente situado más arriba en la carretera (700 metros en dirección a Beteta), no es aceptable para vehículos dado su tamaño.

Caminando en paralelo al río, enseguida aparecerá a nuestra izquierda, una pequeña central hidroeléctrica, el sonido es inequívoco.

A la derecha, el magnífico surtidor acuífero que da nombre al lugar “La fuente de los Tilos”, formando en su alrededor un buen charco!

Al fondo, sucesión de anchotes previos al merendero (presenta pequeña bajante escalonada con los denominados escalones paso de Rey, entre uno y otro, no menos de dos metros).
¿No hubiera sido más práctico, económico y accesible hacer una rampa ligera y simple?

Los merenderos, formados por mesas de madera con bancos del mismo material, siempre bajo una espléndida y perenne sombra merced a los tilos centenarios de más de 50 metros de altura con enormes copas creando una gigante capota.

Junto a la fuente, el comienzo de la ruta.

Enseguida, entramos en contacto con las primeras dificultades.

El tramo inicial en cuesta escalonada con pobladores del Reino vegetal dispuestos en formación de acometida y cercamiento de los pobladores del Reino Animal: bojes, zarzas, matas formidables de romero,…

Raíces de diversos tamaños (son muecas reptantes en periscópica aparición que facilitan el tropiezo).

Rocas engarzadas sonrientes unas, carcajeantes otras, siempre dispuestas a echar un ratito con tobillos y rodillas.

Arbóreas barricadas sugiriendo el paso a seguir, abrazándote a sus corpachones angostos y astillados o, bajo sus ramas, adoptando poses algo impropias de bípedos inteligentes.

En resumen, se antoja de lo más entretenido.

Entrando en comunicación con pared a la derecha (aquí, las paredes hablan), tan solo tendremos que vigilar el vertiente izquierdo, lo cuál, será de agradecer. En ocasiones, bajo los matorrales, el apoyo es inexistente, dándonos por ello permanente sensación de riesgo.

La altura varía rápidamente de calificativo ganando para sí, sorpresivas exclamaciones: Ahí va!

Allá donde sea posible afianzar la digna postura, al menos durante unos instantes, se hace realidad la utopía quedando el ojo y la palma de la mano, a niveles semejantes:

La textura de esta superficie es aterciopelada y acolchada, (musgo).
Este penacho de anchas y fibrosas hojas que tapizan de suave perfil las rocas, (trepadoras de decenas de metros).
Esta planta de brotes carnosos, pelicorta, ligeramente pegajosa, en indigente y aparente despropósito con aspecto de lánguido y abandono gesto pero, Ah Pícara! en íntima coyunda con los insectos, (La Grasilla): variedad de planta carnívora.
Por estas grietas, la montaña escupe fragancias que saturan y embriagan “como el mítico perfume egipcio de las doce esencias”: lavanda, romero, tomillo,…

El camino fluctúa en leve descenso hasta situarnos entre piedras que, bien pueden ser utilizadas como referencia para apoyo y descanso.

Continuamos.

De improviso, la senda es seccionada por una inconsistente e imperceptible nada!

Salvando el paso por la inquietante axila, surge una plataforma en madera estrecha y tamborileante bajo la bota y andador con pasa manos igualmente en madera pero, con laterales al descubierto. Entenderemos esta ubicación como la mitad de la ruta.

Posicionamiento en el entorno:

Al frente, una vez cruzado el puentecito, hay una pendiente ascendente irregular e inestable. Aventurarnos hacia, por o en ella, es altamente arriesgado sin apoyo visual. Hemos de tener presente que, el precipicio se sitúa muy cercano a nuestra posición.
A pocos metros, varias Grasillas abrazadas a suelo y pared, entretenidas en poligámica aceptación. Algunas de sus hojas ya cerradas en libro, dejan adivinar el fin de una corta, efímera y mutua atracción entre ellas y los insectos. Otras, exhiben su soltería a la espera de jugosos pretendientes.
A la derecha, el camino se comprime y gira en paralelo con pared, siempre a la derecha.
A la izquierda, unos 10 metros, buitreras.
Abajo, impresionante cortado en libre caída  de varias decenas de metros.

A partir de ahora, el circuito será en permanente bajada hasta alcanzar el cauce del Guadiela.

Hemos de tener muy presente ciertas condiciones referenciales que van a ir saliendo al paso y podrían perjudicar gravemente la feliz marcha del paseo si no estamos preparados y atentos.

Aparición de ruido producido por el tránsito de tráfico rodado a la izquierda. Será esta, la principal marca audible y sobre la que hemos de mantener gran atención, ya que, nos orientará sobre el final del sendero.

Entre camino y carretera, tenemos barranco y río. El transcurrir de las aguas será imperceptible hasta conseguir mayor proximidad a la orilla.

La  referencial pared que hasta ahora nos acompañó en nuestro lado derecho, se abrirá para dar paso a una empinadísima cuesta a rebosar de matorrales. No debemos de tomarla, sino seguir recto.

La promontoria formación cárstica,  deja entre ver hendiduras de insondables destinos. Horadados por efecto de los meteoros en el discurrir de los tiempos y por el lánguido fluir de torrentes subterráneos, como por la mano del hombre, dando lugar a un sin fin de túneles y madrigueras.

¿Qué misterios guarda la montaña?

¿Esta concavidad en forma semejante a una habitación con cuarto de baño, pudiera ser la residencia ocasional de bandoleros en tiempos?

Tal vez, ¿Maquis?

Recreamos con la imaginación acciones guerrilleras enfrentadas carretera y cuevas.

El Guadiela, sabedor de historias, no contesta a ninguna de las interrogantes. Él, a lo suyo. Mirando abajo. Labrando. Arrastrando.

Finalmente, alcanzamos el puente que, dispone: (Hasta aquí hemos llegado)

Ahora, hemos de resolvernos a tomar una de las dos alternativas posibles:

O damos la vuelta.
O, continuamos por vertiente izquierda de carretera hasta donde dimos comienzo la ruta.

Si tomamos (carretera y manta), siguiendo el quitamiedos metálico, a 700 metros, encontramos el inicio.