Arcos de la Sierra. Beamud. Cuenca. Huélamo. Las Majadas. Portilla. Tragacete. Uña. Valdemeca. Villalba de la Sierra. Zafrilla.
El núcleo central de la Serranía de Cuenca, posee una gran riqueza en flora, fauna, geología, geomorfología y paisaje.
El relieve de la Serranía está dominado por altas parameras o “muelas”, en las que se aprecian los efectos del modelado kárstico con abundantes lapiaces, bogaces, dolinas, torcas, y simas. En estas altas parameras destacan amplios valles a favor de litologías más erosionables, o bien las denominadas “hoces”,
cañones de erosión fluvio-kárstica de abruptas pendientes con importantes escarpes. La zona cuenta con una buena representación de formaciones travertínicas del cuaternario. Todo ello constituye una amplia representación de elementos geomorfológicos de protección especial.
Las masas forestales y particularmente los pinares dominan el paisaje vegetal, situación compartida con el adyacente Parque Natural del Alto Tajo, conformando entre ambos territorios una de las masas forestales naturales más extensas de España.
La diversidad florística de este territorio, se ve muy favorecida por la presencia entre las parameras y las muelas de numerosas hoces excavadas por los ríos, cuyas particularidades edafo-fisiográfico-microclimáticas las han convertido en un importante refugio de flora eurosiberiana, con notables disyunciones pirenaicas, así como la flora rupícola y ribereña.
La elevada variedad de ambientes de montaña que alberga la zona favorece el desarrollo de una alta biodiversidad faunística resultando muy importante para un gran número de especies de flora y fauna incluidas en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas.
En la Alta Serranía, lindando al norte con los Montes Universales, podemos contemplar corzos, muflones, jabalíes… Asimismo, parte de su zona central, está constituida por una Reserva de Caza.
En el Parque Cinegético de El Hosquillo, se pueden ver osos, cabras montesas, lobos, ciervos, gamos y corzos. Sin salir de la Serranía, tendremos buitres y águilas como animales voladores más importantes. No podemos olvidarnos de la trucha y el cangrejo de la Sierra.
Si bien no se trata de ningún paraje en particular, conviene destacar la berrea como una de las visitas interesantes a realizar. La berrea de ciervos se da entre el 15 de Septiembre y el 15 de Octubre aproximadamente. La llamada de los ciervos macho a sus hembras en época de celo es un espectáculo sonoro y, con suerte, visual indescriptible. Para poder asistir solo tenemos que desplazarnos al atardecer o al amanecer a cualquier paraje serrano, cuanto más apartados del mundanal ruido mejor, caminar en silencio y sentarnos en un lugar con el viento de cara, donde pasar desapercibidos, manteniéndonos en total silencio y esperaremos pacientemente.
Característicos de Cuenca son los Mogotes. Originados por la estructura caliza del terreno. Su formación es debida a que, el agua de lluvia al atravesar el aire, se carga de anhídrido carbónico y con facilidad ataca la caliza del suelo y la arrastra, sobre todo, en sus partes más blandas. Ejemplo de este tipo de formaciones es la Ciudad Encantada.
Otros fenómenos no menos característicos de Cuenca son los Festones y las Hoces. Son el resultado de la acción del agua de lluvia y del aire (como en los mogotes) además del agua corriente.
Por último citar el cuarto y gran fenómeno natural del terreno serrano: la Torca. Los procesos que originaron su formación son muy interesantes, ya que comenzaron a raíz de la última regresión del Mar de Thies, antiguo mar Mediterráneo, cuyo borde más occidental se encontraba situado en ésta zona de la serranía de Cuenca. En el periodo Turonense, hace aproximadamente 80 millones de años, el mar comenzó a retroceder definitivamente después de varios avances sucesivos que tuvieron lugar con anterioridad, en la era Mesozoica. A partir de ese momento, y gracias a un clima favorable y a la acción de aguas carbónicas en las rocas calizas, muy solubles, las zonas de drenaje favorecieron la disolución de éstas en direcciones de fractura favorable, llamadas “Diablazas” que permitieron los hundimientos del terreno.
Las Torcas más importantes se encuentran en el Monte de los Aplanchares, catalogado de utilidad pública, muy cerca de la ciudad de Cuenca. En realidad son un curiosísimo conjunto de hundimientos del terreno, que se extienden desde la Torca del Medio Celemín hasta la Torca del Tío Señas. Es posible acercarse en vehículo hasta la Torca del Agua y a las del Torcazo, Toquetee y Torca de la Novia. Hasta las demás es necesario seguir a pie, mereciendo especialmente una visita la Torca del Lobo, sin lugar a dudas la más bella del conjunto.
La riqueza del suelo del fondo de las Torcas y las favorables condiciones de microclima propias de la zona, han dado como resultado una abundante vegetación de pinos, robles, avellanos, sauces, arces, tejos y otras especies. Muy cerca de la Torca de la Novia se encuentran dos árboles centenarios, de enormes dimensiones y portes magníficos. Son de la especie Picus Nitra -Picus lanicio o negral- y son muy populares entre los conquenses, que les conocen por pino abuelo y candelabro.
Total de torcas: 30
La más extensa: Torca Larga (10,27 hectáreas, equivalente a veinte campos de fútbol)
La más reducida: Torca de la Novia (0,355 hectáreas)
La más profunda: Torca de las Colmenas (90,93 metros de altura entre sus cotas, equivalente a un edificio de 30 pisos)
La más llana: Torca Llanilla (16,82 metros de profundidad)
Las más escarpadas e inaccesibles: Torca del Lobo y Torca de la Novia (con sus muros verticales de roca)
Originadas por el mismo fenómeno que las torcas, las lagunas se formaron al topar el hundimiento con un acuífero sobre una capa de terreno impermeable, de forma que el lecho de la torca queda cubierto de agua.
La Laguna del Tejo, de una belleza espectacular, cambia de tonalidad desde el blanco lechoso a una transparencia cristalina, prediciendo la llegada de los fuertes calores del verano. Ello se debe a la intensa actividad de los microorganismos acuáticos, y a fenómenos de precipitaciones carbonatadas. No obstante el acuífero es un compartimiento estanco, de renovación no conocida, de manera que cualquier vertido exterior o alteración degradatoria puede permanecer durante varias decenas de años, tal vez más, lo que hace el deterioro prácticamente irreversible; por ello es muy importante proteger esas singulares lagunas, ya que fenómenos geológicos de este tipo son patrimonio de todos.