- Dificultad media.
- Distancia estimada: unos diez kilómetros, ida y vuelta.
- Recorrido lineal.
- Llevar agua. No hay fuentes.
- Poca sombra en toda ella, salvo en el tramo final.
Se trata de un paraje absolutamente salvaje, es decir, naturaleza pura: patos silvestres, jabalíes, corzos, etc.
Si nos mantenemos por su lado derecho no hay peligro, si bien, no olvidemos la conexión con “EL TEJAR”, DE MANERA QUE, MANTENGAMOS EL RUMBO ADECUADO. Vigilando la siniestra, no pagaremos males mayores.
A la izquierda, importantes terraplenes, ralenticemos el paso.
La montaña nos enseña sus secretos:
Algún pino enraizado en rocas reventadas por un rayo. El cauce del Escabas seccionando el monte. A Nuestra espalda e izquierda, repentinas y muy empinadas cuestas. El silencio más absoluto, tan sólo roto por el sonido del viento recorriendo los pinares. A nuestros pies, buitres en perfecta formación. Sobrevolándonos aves que producen ºextraños e inquietantes sonidos. Picachos que recuerdan películas de John Ford, como si en cualquier momento fuesen a aparecer los indios.
Como si de un tobogán se tratara, la senda nos irá situando por encima de la verde espesura. Cuanta más altura alcanzamos mayor es la impresión de vivir en un mundo de gigantes.
El bosque adquiere semejanza a la de una moqueta arrugada salpicada de protuberancias y desgarros. Las copas de árboles, picudas unas y redondeadas otras, pujan por llegar a ser más altas que la luna.
Nubes de blanco algodón, viajan por etéreos caminos sin normas, sin obstáculos, anárquicamente, con toda libertad. Transformando su aspecto en cuestión de minutos, moldeadas a capricho de la brisa.
“A vista de pájaro, la línea del horizonte se confunde y difumina como rostro de un pasado, como el presagio de un futuro, pero latente e inquieto como el presente”.
El alto llano donde finaliza la ascensión, se asemeja a una pequeña plazuela redondeada y delimitada por arbustos e impertinentes troncos arbóreos que impiden el paso. Mucha sombra y estupendo lugar para un merecido descanso.
Retornamos, “ojito” con la bajada.
Ahora el límite del descenso lo pone la carretera desde la que emprendimos el sendero.
Al fin de Vuelta!!!!!!